Catorce Días

Por: Oscar Toledo Esteva.       Enero de 1998.

Una historia diferente: de una idea nueva de la organización Familia Toledo, fruto de años de investigación científica y tecnológica, ya recolectamos y almacenamos energías renovables en un equipo portátil integrado con cargador, regulador, monitor, convertidor DC-AC, sensor automático de voltaje de un panel flexible con celdas fotovoltaicas. Un avance en autonomía eléctrica contenido en una mochila para alimentar nuestros sistemas tecnológicos en lugares desérticos o aislados.

El pasado mes de septiembre, creamos la versión dos de la undécima generación de computadoras mexicanas, más conocida como G11V2, de una labor continua, cada innovación de vanguardia siempre se reinicia para refinar lo creado. En una hoja de papel tamaño carta, diseñé la conexión de cuatro chips como interfaz bidireccional, y cuatro unidireccionales que emiten las ordenes del procesador central, luego agregué cinco PAL (Programmable Array Logic), un conjunto de lógicas programables para interfazar internamente todas las puertas de acceso para los datos del computador, incluso la autorización de los bancos de memoria para almacén de datos.

En otra hoja indiqué con precisión los números de las patillas para cada componente y su función correspondiente, la ecuación booleana de cada PAL fue documentada con su tabla de la verdad, para así actualizarlas en caso de error, —un instrumento que diseñamos reprograma estos componentes lógicos—, y siguiendo esta secuencia, se fue ordenando un rompecabezas de diagramas esquemáticos con indicaciones milimétricas para conectarse en un solo circuito impreso.

La parte más laboriosa comenzó al soldar cable por cable a las patillas de cada componente, hasta totalizar cientos de conexiones antes de la primera prueba, —con los avances logrados se agregarían después otros cientos de conexiones—, al llegar a este punto, mi ayudante preparó en la computadora G11V1, un programa de auto-prueba con un algoritmo inteligente, mientras, alambré por separado un lector de diagnóstico con solo dos chips de alta integración, capaz de visualizar ocho caracteres alfanuméricos a través de un cable plano a la tarjeta maestra del G11V2.

Por otra parte, mi ayudante ya tenía compilados los datos para generar los mensajes del diagnóstico para el primer monitor de la computadora G11V2, de inmediato conectamos otro instrumento de nuestras creaciones al G11V1, un programador de memorias EPROM (Erasable Programmable Read-Only Memory), memoria programable para lectura únicamente y borrable con luz ultravioleta, y en segundos fueron programadas dos memorias con miles de cifras binarias.

La hora de los famosos segundos habia llegado, con la natural impaciencia fueron colocadas las primeras memorias en el G11V2, ¿Estarían todos los circuitos conectados sincrónicamente?, ¿No habría una falla difícil de depurar?, mis treinta años de experiencia en este campo, me han enseñado que todos los riesgos son cálculados, la fuente de alimentación fue probada previamente, revisamos con cuidado la polaridad de los voltajes, mientras se confirmaba que en la maraña de cables ninguno se había desconectado.

Finalmente, el momento esperado: un mensaje en castellano en el display dió un entorno humano a la máquina, que emitía una cadena de números y palabras, anunciando que el heraldo de las nuevas computadoras, construido por un indígena, funcionaba mejor que una buena maquinaria de reloj, estabamos felices, mi hijo menor no paraba de reír con todo su cuerpecito, con esa risa cantarina que queda grabada en la conciencia, como el nombre de una amada, muy querida, aunque se acabe de conocer, solo un momento eterno es la diversión, el resto es pura tenacidad y destreza; catorce días habían transcurrido, desde que soldé el primer cable de esta computadora sofisticada, que por su alta velocidad, dimensiones reducidas, bajo costo y consumo de energía, es la solución ideal al servicio del hombre.

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